Free Shoutcast HostingRadio Stream Hosting

jueves, 2 de abril de 2009

Las tristes secuelas que genera el amor desigual para los hijos


SANTIAGO, abril 02.- Dicen que el amor de padres es inmenso y sumamente equitativo cuando existe más de un hijo. Que con gran sabiduría logran apreciar las cualidades de cada uno, y en base a sus necesidades les expresan el afecto que requieren, en el sentido que hay niños que son más demandantes, mientras otros se forjan sumamente independientes.
Por eso dicen que los padres aman tanto al rebelde como al sumiso, aunque en muchas familias se generan grandes discusiones por los favoritismos de los que son víctimas los hermanos, porque son ellos los que más se quejan al notar las sutiles o enormes diferencias que se producen en su trato.
Así como lo describe Jennifer de 27 años, que dice haberse criado bajo la sombra de su hermano mayor: “Mi mamá siempre ha dicho que él es su adoración, lo cuida como si aún fuera un bebé y casi tiene 30 años, en cambio a mi desde chica me ha pedido que ayude en la casa, siempre mis actividades han sido secundarias, aunque ella dice que en el fondo somos iguales, pero no es así”.
Opinión que comparte Marta de 31 años, quien en este caso es la estrella de la familia: “Me siento más querida que mi hermana, pero debe ser que he sido la hija ejemplo porque nunca les he dado problemas. Y sé que eso en el fondo a mi hermana le duele, porque destacan mucho mis logros, y eso la ha ido relegando de algún modo”, señala.
Sin embargo, Teresa de 43 años, madre de tres hijos, declara que el amor en cantidad es igual pero la forma es la que se modifica: “Yo estoy enamorada de mis niños, cada uno tiene sus cualidades, su modo de ser, es imposible decidirse por uno de ellos. Lo que sucede es que uno modifica su actuar porque ellos no son iguales, entonces con cada uno se establece una relación diferente”, asegura.
Consultada la psicóloga de la Clínica Ambulatoria Dar Salud, Patricia Canales, nos señala que en teoría no debería suceder, pero la verdad es que en ocasiones las personalidades son similares y se congenian mejor, hay intereses mutuos, o un gran parecido físico, y entran en juego una serie de factores los que van a ser determinantes en el tipo de relación que se desarrolle con el hijo.
“Las diferencias van a provocar un sentimiento de rechazo en el niño que se deja de lado, de incomprensión, lo que le provoca un malestar permanente, manifestando celos hacia su otro hermano, sintiendo que existe desigualdad en el trato, no teniendo ninguna culpa de su condición, lo que a la larga afectará su autoconcepto y su estructura de personalidad, siendo más inseguro, tal vez tímido o desarrollando una postura un tanto negativa”, declara.

Diferencias que dañan
Quizás te parezca conocida la frase “apréndele a tu hermano”, una expresión popular que se repite en muchos hogares cuando uno de los hijos es considerado como el ejemplo, sin medir con ello el dolor que pueden ocasionarle a quien recibe constantemente ese tipo de apreciaciones, porque aunque sean muy niños pueden generar un precedente que resulta difícil de borrar.
“En ese caso podríamos encontrar los dos polos, niños retraídos, los cuales su autoconcepto se encuentra muy dañado, tímidos, inseguros, los cuales se sienten rechazados y faltos de afecto. Y aquellos que presentan una conducta más bien rebelde, a los cuales no les importa el tener una conducta adecuada -total ellos no importan tanto como los hermanos- y llaman la atención en forma negativa de los padres”, señala.
Por lo tanto, recomienda la especialista empatizar con los hijos, siendo responsables y dándoles toda la seguridad y afecto que ellos requieren, porque su estabilidad a edades tempranas será el cimiento de su vida futura y una forma de entregárselas es dándoles seguridad y afecto.
Amor equitativo
Para lograr un justo equilibrio en familias numerosas, u hogares que se ha reconstituido con hijos de matrimonios anteriores, la psicóloga recomienda a los adultos no dejarse llevar por las emociones, ya que estas los pueden manejar y provocar sentimientos negativos hacia los niños, cuando en realidad ellos no son culpables de los problemas pasados.
Refiriéndose exclusivamente a los estigmas “eres igual a tu padre o madre”, repitiendo el niño actitudes que muchas veces ni siquiera les pertenecen: “En estas situaciones se debe hablar con la pareja, o con quién se esté criando a los niños, para entender que ellos necesitan atención, amor y respeto”, declara.
Así que la reflexión de la profesional está dirigida a los padres, porque manifiesta que aunque a nadie le enseñaron a desempeñar ese rol, sí se debe mantener una actitud positiva frente a la vida que los lleve a amar a los hijos por igual, descubriendo en el día a día sus potencialidades y apreciando en ellos en valor de su individualidad.
Por Vérónica Lavado, terra.cl

0 comentarios: